Se concretó la puesta en servicio de un transformador cargado con fluidos dieléctricos de origen vegetal, biodegradables y atóxicos, desarrollados por investigadores de la UNL y Conicet en conjunto con la industria de Aceites Especiales Santa Fe.
La iniciativa adquiere particular relevancia frente a la creciente preocupación pública por el desarrollo sostenible. La puesta en servicio de un transformador cargado con fluidos dieléctricos de origen vegetal, biodegradables y atóxicos, desarrollados por investigadores de la FIQ-UNL/Conicet en conjunto con la industria de Aceites Especiales Santa Fe, contribuye a mejorar la relación de las empresas de energía con el medio ambiente, especialmente en zonas urbanizadas, donde la concentración de población plantea un factor de alta sensibilidad. En su desarrollo participan los docentes investigadores de Facultad de Ingeniería Química (FIQ-UNL) y Conicet: Juan Carlos Yori, Carlos Vera y Gerardo Torres, y miembros de la empresa Aceites Especiales Santa Fe, Luis Oscar Schujman y Alejandro Pérez Bigot.
“En primer lugar, lo que resulta destacable de la experiencia es la resultante singular de un acople de tres áreas disciplinares de la ingeniería: la ingeniería química (tecnología del producto) trabajando en conjunto con la ingeniería eléctrica (aplicación industrial en transformadores) y recibiendo los aportes de la ingeniería industrial (incidencia de las normas técnicas y la gestión de calidad). El esfuerzo de investigación y desarrollo fue considerable, al punto de haber montado una planta piloto utilizada para la obtención de lotes experimentales hasta arribar a la fabricación de un primer transformador experimental de 5 KVA entregado a la Empresa Provincial de la Energía (EPE). Luego de esa primera experiencia exitosa entregamos una máquina de 100 KVA a la usina de Tandil y ya está instalada en un eco-barrio sustentable”, comentó Pérez Bigot.
Un desafío tecnológico para la salud humana y el medio ambiente
La histórica evolución del consumo de energía eléctrica ha sido totalmente superada en virtud de la aceleración del desarrollo económico y tecnológico. Se estima que, cada ocho años, se duplica la potencia instalada. Su transporte y distribución requieren de estaciones de transformación de capacidades cada vez mayores. Es así que la manufactura de transformadores plantea el desafío tecnológico de asegurar una máquina que reúna un prolongado tiempo de vida útil, un fácil mantenimiento, elevado rendimiento y un razonable costo de producción. En ese sentido, Juan Carlos Yori sostuvo que el desarrollo “es un doble orgullo, primero porque estamos a la altura de solucionar problemas que hoy está demandando la industria y, segundo, porque no tenemos que recurrir a importar tecnología, sino que podemos producirla en el país”.
Actualmente, los transformadores de mayor utilización en la distribución de energía eléctrica son transformadores “en baño de aceite”, en los que la parte activa de la máquina se encuentra en un recipiente cargado de aceite. La función del aceite en un transformador de distribución es múltiple. Por un lado, establece niveles aceptables de aislamiento y, por otro, provee la refrigeración de la parte activa (núcleo y arrollamientos) por convección hacia el exterior de la máquina. En nuestro país, la gran mayoría de estos transformadores utiliza fluidos aislantes y refrigerantes obtenidos como derivados del petróleo. Estos han resultado confiables, sin embargo, además de tener puntos de inflamación y de combustión que no exceden los 160º C, no son biodegradables y son tóxicos. De aquí la importancia de desarrollar compuestos alternativos que puedan reemplazarlos de manera eficiente, evitando riesgos para la salud humana y el medio ambiente, y que además, puedan obtenerse desde fuentes renovables. “La experiencia con Tandil nos parece muy interesante porque la instalación de un transformador ecológico en una zona donde la urbanización responde a criterios ambientales prefigura un esquema de trabajo que marca el futuro de la tecnología de distribución eléctrica, la generación de energía y la vida urbana en condiciones amigables con el ambiente”, expresó Pérez Bigot.
El producto
El equipo realizó la ingeniería conceptual y de detalle de una planta de proceso para la transformación física y química de aceite de soja, para la obtención de un fluido dieléctrico de calidad adecuada según normas internacionales. Frente a sus competidores derivados del petróleo, este producto posee la gran ventaja de ser biodegradable, atóxico y obtenido desde fuentes renovables. El fluido dieléctrico refrigerante, por su naturaleza, no contiene bifenilos policlorados (PCB) y por lo tanto, no utiliza materiales que generen problemas carcinógenos a la población. Además, al ser elaborado en base a aceites vegetales, el producto es biodegradable. A diferencia de lo que ocurre con derivados petroquímicos porque al ser tóxicos, los microorganismos que provocan la degradación no sobreviven en ellos. Por otro lado, como ventaja adicional presentan puntos de inflamación y de combustión que exceden los 300º C, lo que los vuelve mucho más seguro y confiables frente a los derivados del petróleo. De acuerdo a los investigadores, “también es importante destacar que el proceso permite añadir un importante valor agregado a la cadena de comercialización de un commodity agrícola como es la soja. Esta materia prima, de fácil accesibilidad, constituye una de las oleaginosas de mayor producción nacional y regional”. Asimismo, los residuos que surgen en determinadas etapas del proceso son base para el desarrollo de subproductos como grasas refinadas de uso alimenticio. Por todas estas razones, el producto se presenta como una excelente alternativa para dar sustento a acciones de política ambiental en el sector energético.
Proyección a futuro
Es necesario generar conciencia para lograr que la utilización de fluidos dieléctricos biodegradables y más seguros para la salud, obtenidos desde fuentes renovables, sea objeto de políticas activas impulsadas desde las empresas y los gobiernos. “Ahora que el producto ya está validado, estamos proyectando el escalado industrial y la apertura al mercado. El mercado eléctrico está muy apegado a las tecnologías ya conocidas y hay grandes resistencias al cambio en las empresas de distribución de energía que compran transformadores. Actualmente, YPF es el proveedor casi monopólico del aceite mineral, por eso, les llevamos la propuesta de trabajar en conjunto para abrir una línea alternativa del producto ecológico. Ese modelo ya existe, por ejemplo, en España, donde las empresas ofrecen el aceite dieléctrico mineral y paralelamente, un fluido biodegradable de origen vegetal” aseguró Pérez Bigot.
Fuente: UNL