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Noruega se comprometió a luchar contra el odio a 10 años de los atentados extremistas

«El odio no puede quedar sin respuesta», declaró la primera ministra noruega Erna Solberg durante el primer homenaje de la jornada, al cumplirse el décimo aniversario de los atentados perpetrados por el extremista de ultraderecha Anders Behring Breivik que dejaron 77 muertos.

Noruega se comprometió este jueves a luchar contra el odio, al cumplirse el décimo aniversario de los atentados perpetrados por el extremista de ultraderecha Anders Behring Breivik que dejaron 77 muertos.

«El odio no puede quedar sin respuesta», declaró la primera ministra noruega Erna Solberg durante el primer homenaje de la jornada, que tuvo lugar cerca de la sede del Gobierno en Oslo.

Fue allí donde Breivik comenzó su matanza haciendo explotar una potente bomba de 950 kilos que dejó 8 muertos. Después, disfrazado de policía, abrió fuego en la pequeña isla de Utoya contra una reunión de la Liga Laborista Juvenil (AUF), dejando 69 víctimas, la mayoría adolescentes.

Solberg, que habló ante supervivientes y familiares de las víctimas, destacó los avances desde hace 10 años de los servicios de seguridad en su lucha contra todas las formas de extremismo.

«El muro de contención más importante es el que tenemos que construir en cada uno de nosotros», dijo la dirigente conservadora. «Para reforzar el muro contra la intolerancia y los discursos de odio», añadió.

Al mediodía, las iglesias del país hicieron sonar sus campanas al unísono en homenaje a las víctimas del ataque más sangriento en la historia del país desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Para muchos supervivientes, 10 años después, Noruega no ha hecho todavía un proceso contra la ideología de extrema derecha que estuvo detrás de los ataques.

«El racismo y el extremismo mortífero de derechas siguen presentes entre nosotros», destacó Astrid Eide Hoem, una superviviente que ahora dirige a los jóvenes políticos de la AUF.

«Están en Internet, en la mesa durante la comida, en muchas personas muy escuchadas», agregó, citada por la agencia de noticias AFP.

Por su parte, el que fuera primer ministro laborista cuando ocurrieron los atentados, Jens Stoltenberg, actual jefe de la OTAN, marcó a una generación prometiendo responder a los atentados con «más democracia» y «más humanidad».

«Hace diez años, respondimos al odio con amor. Pero el odio sigue todavía ahí», expresó Stoltenberg durante una misa en la catedral de Oslo.

El político citó como ejemplos la degradación del memorial de homenaje a la primera víctima mortal en un acto racista en Noruega, en 2001, el intento de atentado contra una mezquita cerca de Oslo en 2019 por otro extremista o, incluso, las amenazas que hoy en día siguen recibiendo los supervivientes de Utoya.

Respetando la distancia social por las medidas contra la Covid-19, Stoltenberg confesó en la catedral de Oslo que cada día mira la fotografía de Utoya que tiene en su despacho en Bruselas.

El presidente del Consejo de Europa, el belga Charles Michel, envió un mensaje de apoyo por Twitter: «Recordemos a las víctimas del extremismo violento y tengamos un pensamiento por sus familiares».

Breivik, autor de los ataques, fue condenado en 2012 a 21 años de prisión, una pena que puede prorrogarse indefinidamente, y pasará probablemente el resto de su vida encarcelado.

Pero ha tenido seguidores: su sombra se cierne sobre varios atentados, incluidos los dirigidos contra mezquitas, como el de Christchurch, Nueva Zelanda, que dejó 51 muertos.

«Las ideas de extrema derecha que inspiraron el ataque siguen siendo una fuerza motriz para los extremistas de derecha en el país y en el extranjero y han inspirado varios ataques terroristas en la última década», advirtió esta semana el servicio de inteligencia noruego (PST).

Fuente
Telam