Santa Fe

La sombra del cártel detrás de un delfín en la cocaína

Hace diez días Gendarmería secuestró cocaína y marihuana en Santo Tomé. Un pan de coca tenía un logo con un delfín, identificado con los cárteles peruanos o bolivianos. Es la primera vez que en la zona aparece esta particular marca en estupefacientes. La banda de “Tavi” Celis, que operaba en Paraná y era socio del ex intendente Sergio Varisco compraba droga con esos logos. Su proveedor era un narco peruano con fuertes lazos criminales en el país.

Una particular imagen en un pan de coca puede despabilar a más de un entendido. O por la singularidad del hallazgo o porque lo que aparece frente a la vista puede ser el eslabón de algo indudablemente más pesado, más grande. En ambos casos, los une la reacción humana de la curiosidad y de ninguna manera puede pasar desapercibido un evento así. Para ser el caso de este caso ocurrido a poco kilómetros de la capital santafesina.

La droga fue secuestrada en un procedimiento judicial que incluyó dos inmuebles, ejecutado por Gendarmería Nacional en el barrio El Chaparral de Santo Tomé, el 13 de marzo pasado, por orden del Juzgado Federal 1 de la ciudad, en una investigación que tenía a cargo la Fiscalía Federal. La pesquisa tenía apuntada a una vendedora barrial del lugar que ya había sido condenada en 2019 por el Tribunal Oral Federal.

El parte de Gendarmería Nacional indica que “al ingresar a los inmuebles los gendarmes decomisaron 56 envoltorios, un trozo de papel, un ladrillo y una bolsa que contenían un total de 1 kilo y 728 gramos de cocaína. Además, detectaron un total de 1 kilo 637 gramos de marihuana distribuidos en tres envoltorios, dos ladrillos (los cuales se encontraban en el interior de un freezer, debajo de unos recipientes de comida), una bolsa de marihuana y dos plantas de «cannabis sativa» (con una altura aproximada de 3 y 2,7 metros respectivamente). También se hallaron dos revólveres calibres 32 y 38, un rifle calibre 22, dos pistolones calibre 11,25 y calibre 16, un aire comprimido, cargadores y municiones de diferentes marcas y calibres, cuatro teléfonos celulares y dinero en efectivo”. Dos personas quedaron detenidas en ese procedimiento, uno de ellos con antecedentes penales por uso ilegal de arma de fuego. “Los agarraron a los moradores con la droga sobre la mesa, como si la hubieses recibido apenas unos minutos antes, el pan de coca estaba cerrado, lo cual permitía ver bien el logo que lo identificaba”, señala un investigador.

El Fiscal Federal Gustavo Onel advirtió que el pan de cocaína tenía el sello de un delfín, que al mismo tiempo moldeaba la parte de arriba del ladrillo. Pidió informes a Gendarmería para determinar si había antecedentes en el país con logos o marcas similares o parecidas a la secuestrada en el allanamiento de Santo Tomé. Los investigadores de la fuerza federal informaron que “se relevaron logos y marcas de material secuestrado entre el 2017 y el presente y se detectaron 73 eventos en donde se hallaron imágenes similares, pero no idénticas”.

La droga fue encontrada en el barrio Chaparral de Santo Tomé

“Desde que yo trabajo en el palo éste jamás vi en Santa Fe una cocaína con este logo, que puede informar que se trata de un cártel, pero me inclino más a pensar que es un lote, que trata de establecer la trazabilidad del pedido. Creo que hay altas chances que esa droga sea de origen peruano”, dice un investigador con más de una década trabajando en Santa Fe en el área antinarcóticos. En la Fiscalía suponen que se trata de algo mucho más grande, que es una porción de un negocio muy ramificado. Las expectativas sobre la pureza de la cocaína son altas, se estima que puede tener muy poco corte. Pero solo es eso, una estimación. Los estudios periciales o de laboratorios entraron en un limbo donde la burocracia sumerge un pedido del juez o del fiscal en un lento andarivel. Lo adjudican, sobre todo, a la nula capacidad instalada en la región para este tipo de pericia, dentro de las fuerzas federales o, básicamente al reciente acuerdo del MPA con La Procuración de la Nación que exige una serie de procedimientos engorrosos y lentos, además de tener que pagar por ellos.

Algunos antecedentes

Lo más cercano al hallazgo de El Delfín en la ciudad o en la región data del 22 de diciembre de 2019, cuando un control rutero de la policía vial de Santa Fe detuvo a dos personas de origen norteño en un Fiat Palio, en las intersecciones de la ruta 2 y el acceso a Santurce. Los ocupantes llevaban en el vehículo 10 kilos de cocíana con el sello del delfín. Poco tiempo después Fabricio Ismael García y Sergio Alejandro Rodríguez fueron condenados a 6 años de prisión. Uno de ellos fue asistido por el abogado Santos Saldaño, vinculado a los hermanos Delfín y Raúl Castedo, líderes del cártel de “Los Castedo”, que operaba con base en la provincia de Salta.

Otra referencia cercana está centrada a 22 kilómetros de la ciudad capital santafesina, cruzando el río Paraná por el túnel. En 2015 Daniel “Tavi” Celis cerró un acuerdo con un proveedor de cocaína para distribuir en distintos barrios de la ciudad de Paraná. El trato era muy prometedor para Celis, ya que incluía el visto bueno de Sergio Varisco, entonces candidato a intendente de la ciudad capital de Entre Ríos, acuerdo que está plasmado en la sentencia del juez Leandro Ríos, que condenó a Varisco, Celis y un grupo amplio de narcos locales, a fines de 2019.

La relación Paraná y Santa Fe con la coca y el delfín

“Tavi” Celis no era del palo de la coca, su principal negocio estaba en la marihuana. La merca la manejaba de manera casi cartelizada Gonzalo Caudana, “el Gordo”.Hasta que cayó en un procedimiento vial en 2016, con 10 kilos de cocaína en la provincia de Entre Ríos. Desde entonces está preso. En su imaginación estaba la idea de trabajar la coca del delfín en Santa fe de la mano de Raúl “Beto” Basimiani, otro narco santafesino, de menor jerarquía pero igual de rústico. “El viejo Basimiani” creció gracias a los contactos que tenía en la policía santafesina, principalmente en la vieja AUE (Agrupación de Unidades Especiales) en las TOE (Tropa de Operaciones Especiales) y la brigada de drogas local. La fusión no pudo suceder, porque “Beto” no safó de una segunda condena y Caudana fue detenido mientras unía Paraná con Concordia. Su teléfono estaba intervenido con una escucha directa, lo venían caminando desde que tomó contacto con narcos de la villa 1.11.14.

Celis vio la oportunidad de tomar volumen en la ciudad de Paraná y con el acuerdo narco que anudó con Varisco, ya intendente, tomó contacto con un narco peruano llamado Johan Edgardo Arias Quintana, alias “El Mayordomo”. El socio de Varisco montó una red de dealers y punteros con conocimiento del intendente, de acuerdo a los que se corroboró en la causa penal y, aunque Celis negó siempre conocer al peruano, hubo prueba que certificó que la relación era directa con su organización. En una conversación telefónica interceptada judicialmente “Tavi” (detenido) habla con uno de sus hermanos, que le dice “Son todos delfines los que mandó el hombre”, en referencia al peruano. La droga llegaba en colectivo de larga distancia y tenía una pureza del 60%. Tavi y Varisco fueron condenados por la justicia federal, pero se cree que el negocio lo continuó un santafesino que fue mano derecha de “Tavi”, apodado “Cepi”, que estuvo un tiempo largo cultivando el bajo perfil, sobre todo luego del triple crimen en Paraná ocurrido el 15 de noviembre pasado, cuando desde una moto dispararon y mataron a Laureano Morales, de 20 años, Germán Herlein, de 32 y Cristian Barreto, de 43 años, en calle Las Camelias, entre Ovidio Lagos y Mihura de la capital entrerriana. Por ese hecho hay un paranaense detenido, de 23 años que era quien conducía la moto el día del suceso. Los investigadores creen que el terrible hecho se debió a un ajuste de cuentas de narcos rosarinos por una deuda dineraria bastante alta.

Pesquisas santafesinos señalaron que no hay que minimizar el procedimiento de (el barrio) Chaparral ya que allí se verificó intensa actividad narco con posible enlace y coordinación de un agente antinarcóticos que había sido “freezado” por el ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro y también por gran parte de la gestión de Marcelo Saín. Pero antes de la salida de Maximiliano Bertolotti como jefe de la AIC fue nombrado en un área sensible de la agencia antinarcóticos, aunque luego fue trasladado a otras regionales.

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Zona Crítica
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