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Evalúan el uso de bioinsumos en el cultivo de frutillas

Desde el INTA Famaillá, Tucumán, un equipo de investigación desarrolló bioinsumos a base de bacterias promotoras de crecimiento vegetal como alternativa agrícola para mejorar los rendimientos del cultivo de frutillas y reducir el impacto de las condiciones de estrés biótico y abiótico. Una práctica sostenible para una agricultura ecológicamente más sustentable.

En Tucumán, el cultivo de frutillas es uno de los más importantes de la región. Las condiciones agroecológicas de determinadas zonas como el pedemonte son muy propicias para su cultivo. Sin embargo, como consecuencia de la interacción de las plantas con su entorno, se encuentran expuestas a múltiples condiciones de estrés biótico y abiótico, siendo las enfermedades de origen fúngico y las condiciones de estrés salino, en producción sin suelo, las más frecuentes que afectan el cultivo.

Es por ello que, desde el Grupo Frutihorticultura y Flores en la Estación Experimental Agropecuaria de Famaillá, y en forma articulada con otras unidades dependientes del INTA y socios estratégicos como la UNT y el CONICET se trabaja en el desarrollo de alternativas agrícolas que permitan mejorar los rendimientos y reducir el impacto negativo de las condiciones de estrés biótico y abiótico en plantas de frutilla.

Sergio Salazar – Investigador del citado grupo de trabajo – explicó que “los bioinsumos, como biofertilizantes, bioinductores y biopesticidas constituyen una alternativa ecológicamente aceptable, con el desafío de mantener la producción y la rentabilidad utilizando prácticas más naturales y sostenibles. Constituidos por microorganismos, compuestos y/o extractos de microorganismos o plantas, los bioinsumos son capaces de mejorar los rendimientos y la sanidad de los cultivos”.

“Gracias al uso de bacterias promotoras de crecimiento vegetal, se logró aumentar el rendimiento del cultivo a campo, mejorar algunos parámetros de calidad de las frutas tales como sólidos solubles, pH, acidez titulable e índice de madurez, incrementar el contenido de algunos macro y microelementos importantes como N, B, Mg, P, Zn, Cu y Si, así como una mayor protección frente al ataque de hongos patógenos como Colletotrichum acutatum, Botrytis cinerea y Macrophomina phaseolina.”, puntualizó Salazar.

Además, el investigador explicó que “en el uso de otros tipos de bioestimulantes, se demostró que inducen una respuesta de defensa en plantas de frutilla desafiadas tanto con un patógeno hemibiotrófico como C. acutatum, como también con un patógeno necrotrófico como B. cinerea”.

Los resultados de estos estudios demostraron el efecto promotor de crecimiento, obteniendo plantas con mayor número de hojas y estolones, mayor contenido de clorofila y mayor área foliar.

Salazar afirmó que “estos resultados proporcionan información valiosa sobre los mecanismos de respuesta de defensa inducidos y aportan enfoques experimentales que permitan seguir trabajando en la dilucidación de las vías de señalización y transducción de señales de defensas inducibles en plantas de frutilla, que contribuyan a una agricultura sustentable”.