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España, una campaña electoral superficial ante problemas estructurales

El pasado 29 de mayo, el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, anunció la disolución de las Cortes Generales y un adelanto electoral previsto para el próximo 23 de julio. Un día antes, en las elecciones municipales, la coalición actualmente en el gobierno –formada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP)– había sido la más castigada por los electores.

Este gobierno inició su andadura tras una crisis de régimen que se agudizó de forma paralela a la crisis económica mundial de 2008. Al cuestionamiento de la monarquía, sobre todo de la figura de Juan Carlos I, se le unieron crisis internas en los principales partidos políticos, nuevos conflictos en relación con la construcción nacional y territorial del Estado, como el proceso independentista en Catalunya, y el nacimiento de nuevos partidos enmarcados en la idea de la «nueva política», tanto a la izquierda como a la derecha.

Los conceptos de izquierda y derecha, tan cuestionados en los últimos años, surgen de la Revolución Francesa, y se basan en el enfrentamiento entre los defensores de la igualdad formal –que privilegiaba a los propietarios y se sentaban en la zona derecha de la Asamblea Nacional francesa–, y los defensores de una igualdad real, que diera derechos a todos y no solo a los propietarios, sentados en la izquierda de dicha Asamblea.

La socialdemocracia europea, encargada durante años de cumplir el rol de intermediario entre las estructuras del Estado liberal y la conciliación social con las clases populares, había virado hacia otros debates, más vinculados a cuestiones del «ser» y del «sentir», y alejadas de las condiciones materiales de la desigualdad. Ante esta deriva, no era difícil comprender por qué a esas mismas clases populares les habían dejado de servir como elementos distintivos los principios de izquierda y derecha. Nadie se preocupaba ya de los «sans culottes».

A la derecha también surgen nuevos partidos, como Vox. En una nación que aún mantiene a más de 100.000 personas en cunetas, el segundo país tras Camboya en número de desaparecidos, el discurso neofranquista irrumpe aplicando unas nuevas-viejas lógicas. El mensaje es claro: la situación es mala, pero la situación puede ir a peor.

Lo cierto es que, pese a que el actual debate político se limita a una serie de sin sentidos reaccionarios que buscan una contrapartida igualmente emocional por parte de una izquierda que olvidó las condiciones materiales del pueblo, sí que hay una dialéctica clara que enfrenta la situación actual con el franquismo histórico y lo que supuso para la construcción del actual Reino de España.

En 1953, Franco y Eisenhower firmaron los Pactos de Madrid, que incluyeron varios acuerdos, préstamos económicos con bancos estadounidenses y la utilización de cuatro bases militares por las fuerzas armadas de EE.UU.: Torrejón de Ardoz (Madrid), Zaragoza (Aragón), Rota (Cádiz, Andalucía) y Morón de la Frontera (Sevilla, Andalucía).

En la actualidad, EE.UU. mantiene el control sobre las dos bases andaluzas. Durante la cumbre de la OTAN en 2022, que tuvo lugar en Madrid, Pedro Sánchez asumió acuerdos con la alianza para la llegada de nuevos destructores estadounidenses a la base de Rota.

Fuente
RT Noticias