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Biden y Putin conversarán para frenar la escalada de amenazas y tensión internacional

Mientras desde la Casa Blanca anticiparon que ofrecerán «una vía diplomática», Rusia acusa a Estados Unidos y sus aliados europeos de estar cercándolo militarmente con la expansión de la OTAN y el ingreso de algunos de sus países vecinos.

Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Joe Biden y Vladimir Putin, mantendrán este jueves por la tarde una conversación para frenar la escalada de advertencias, amenazas y tensión que se viene construyendo a partir del posible ingreso de Ucrania, vecino de Moscú, a la alianza militar occidental de la OTAN y el temor de Washington y sus aliados europeos de una potencial invasión rusa a territorio ucraniano.

«Solo la vía de las negociaciones puede resolver la abundancia de problemas inmediatos que hay entre nosotros», adelantó el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, apenas unas horas antes de la conversación que está programada para las 17.30 hora argentina. Putin había dicho en su mensaje de Fin de Año a Biden que estaba «convencido» de que es posible construir un diálogo eficaz para resolver sus diferencias.

Desde la Casa Blanca, en tanto, una vocera aseguró que Biden ofrecerá «una vía diplomática» a su par ruso para resolver la tensión y adelantó que el mandatario estadounidense le repetirá a Putin que está «profundamente preocupado» por la presencia de tropas rusas en la frontera con Ucrania y que está «preparado para responder» en caso de una eventual invasión.

«Le gustaría que las tropas (rusas) regresaran a sus zonas de entrenamiento habituales», agregó la vocera, citada por la agencia de noticias AFP.

Ambos países se acusan mutuamente de haber iniciado esta última escalada de tensión internacional.

Por un lado, Rusia acusa a Estados Unidos y a sus aliados europeos de estar cercándolo militarmente con la expansión de la OTAN y el ingreso de algunos de sus países vecinos. Como Moscú suele recordar, la OTAN es una alianza bélica que crearon las potencias occidentales en la posguerra para frenar lo que veían como el avance de la entonces Unión Soviética y el campo comunista.

Con el fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS, la OTAN cambió su misión; sin embargo, la tensión con Rusia se mantuvo en los hechos, especialmente desde la asunción en 1999 de Putin y el inicio de su política para recuperar la fuerza y proyección del país como potencia mundial.

Estados Unidos y las potencias europeas, por otro lado, acusan a Rusia de haber reavivado el clima de confrontación regional por su despliegue militar a lo largo de la frontera con Ucrania, un país que está en pie de guerra con Moscú desde 2014, cuando una revuelta popular -apoyada por Washington y Europa- derrocó al entonces presidente pro ruso y, ante la asunción de un Gobierno cercano a la Unión Europea (UE), Rusia respondió invadiendo y anexando la península de Crimea.

Mientras Estados Unidos y la UE reaccionaban imponiendo sanciones a Moscú, grupos armados de separatistas pro rusos tomaron los Gobiernos de dos provincias orientales de Ucrania, fronterizas con Rusia, y pidieron ser anexadas por el país vecino. Putin rechazó una nueva anexión, pero siempre apoyó políticamente a estas milicias y, según Washington y Europa, les transfirió armas y dinero para mantener vivo hasta la actualidad.

Con un Gobierno ucraniano que pide a gritos ingresar a la OTAN y una Rusia que rechaza esa opción y asegura que atentaría contra su seguridad nacional, el Gobierno de Biden y sus aliados europeos sostienen que Putin podría reaccionar invadiendo a su vecino.

Por eso, mientras Rusia reclama que se frene la ampliación de la OTAN y se terminen los ejercicios y actividades militares de esta coalición occidental en lo que Moscú considera es su zona de influencia -en gran parte el exespacio soviético-, Estados Unidos le exige que desmilitarice su frontera con Ucrania y devuelva Crimea.

Las dos potencias ya habían advertido el peligroso tono que habían adquirido las amenazas cruzadas de las últimas semanas y, por eso, habían agendado una reunión presencial para que dos delegaciones de funcionarios discutieran los principales puntos de conflicto de la agenda de seguridad bilateral el próximo 10 de enero en Ginebra, Suiza.

Pero la conversación anunciada demuestra que el tiempo apremia y los temores de una peor escalada existen. Además, de ambas partes ya habían dejado claro que las negociaciones de Ginebra serán difíciles.

Mientras el canciller ruso, Serguei Lavrov, descartó de entrada cualquier «concesión», Estados Unidos advirtió que algunas de las peticiones rusas son «inaceptables».